miércoles, 2 de diciembre de 2020

ANGEL ZAPATA FERRER

Mexicano de nacimiento, cubano por aculturación y científico por convicción; conocido por la farándula mexicana a fines de los años cuarenta como el crooner Carlos Duval. Fue un Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica, Investigador Nacional Nivel II y candidato a doctor en Ingeniería Biomédica; cantautor, pianista y guitarrista.

Inició sus estudios técnicos en 1946 en la ciudad de México, e ingresó a la ESIME Allende, en la carrera de Técnico en Telecomunicaciones.

De 1946 a 1952 combinó sus estudios con la vocación artística que desde joven tenía. Le fue muy difícil conjugar sus dos actividades tan disímiles aunque interesantes: el arte y estudiar en el Instituto Politécnico Nacional.

En esa época componía canciones, hasta que un día un señor, le habló de su difícil situación económica, para lo cual él le proporcionó dos canciones de su autoría para que pudiera conseguir trabajo; estas canciones, sobre todo una de ellas, fueron un éxito y se grabaron en toda América Latina, pero jamás vinculó su nombre al suyo como autor de las mismas.

Esto lo decepcionó y decidió trabajar como ingeniero técnico en la primera compañía que se instaló en México para el mantenimiento de televisores.

De 1952 a 1959, trabajó en un taller de mantenimiento a equipos electrónicos y de televisión; uno de sus empleados, apoyaba al Movimiento 26 de Julio; por él conoció la represión de la dictadura del general Fulgencio Batista.

Al triunfo de la Revolución Cubana, este joven le propuso trabajar como profesor en el Ministerio de Comunicaciones, para lo cual aceptó. Ahí diseñó un sistema de comunicaciones para la enseñanza de la telegrafía y la radiotelegrafía. Gracias a este diseño, el Ing. José Altshuler, en ese momento, vicerrector de la Universidad de La Habana, le sugirió trabajar en la Escuela de Física.

En su paso por la Universidad de La Habana, de 1961 a 1966, estudió en la Facultad de Ingeniería la carrera de Ingeniería Eléctrica, con especialidad en Electrónica.

En 1964, los doctores Rubén Martí del Castillo, Francisco Auchet Jenkins – sus grandes amigos de la Escuela de Física–prepararon  el primer curso de electromedicina; con ello incursionaron en el área de la Bioingeniería, antes de que lo hicieran otros países latinoamericanos.

Vivir en Cuba le dejó grandes experiencias como los momentos cruciales de la Revolución Cubana, adquirió numerosos conocimientos científicos, aunque después de un tiempo se divorció, y se volvió a casar teniendo dos hijas.

Todo este recorrido le sirvió de regreso a México, porque el Dr. Augusto Fernández Guardiola, jefe de Investigaciones Cerebrales del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía le acogió; después, ambos continuaron la  labor científica en el Instituto Nacional de Psiquiatría.

Cómo aportaciones científicas y tecnológicas desarrolló un aparato para medir el umbral del dolor térmico-cutáneo; también un foto-estimulador programable; un aparato para tratar el dolor crónico y otro para el análisis de la conducta en animales; un mini laboratorio de varios módulos para ser usado en trabajos de investigación; y dos sistemas: uno electrónico para registrar y estimular a través del mismo electrodo y otro de biorretroalimentación.

Con apoyo del Instituto Mexicano de Psiquiatría y el CONACYT se desarrolló un aparato para detectar la llegada del ataque epiléptico y alertar al sujeto mediante un estímulo acústico. Asimismo, participó en un proyecto del INAH y CONACYT referente al fechado arqueológico. De 1978 a 1981, en el Centro Nacional de Instrumentación realizó trabajos de investigación con cámara de niebla de difusión, los cuales sirvieron de referencia para el trabajo de fechado arqueológico.

Fue presidente del Capítulo de Ingeniería y Medicina del Instituto de Ingenieros, IEEE (Sección México) y miembro activo de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Biomédica.

Al Instituto Politécnico Nacional ingresó en 1973 con trabajos de docencia y de investigación; fue asesor de la Dirección General del Instituto; y en la ESIME Zacatenco inició los trabajos de Bioingeniería y apoyó a los alumnos en la creación del Taller Libre de Electrónica.

De 1981 a 1983, colaboró en la División de Enseñanza y Docencia con la elaboración de apuntes de Bioelectrónica; y en la ESIME Culhuacán, de 1983 a 1986, en el diseño y construcción de un sistema para la enseñanza de la física (mecánica) por métodos electrónicos. Así como también estuvo en la Jefatura del Taller de Alumnos, donde desarrollaron la infraestructura e impulsaron la investigación tecnológica.

Falleció en 1999, mientras asistía a un congreso de Ingeniería Biomédica en Ixtapa Zihuatanejo.

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